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El Papa reconoce que la unidad de los cristianos es una prioridad de su
pontificado
Hace un llamamiento a evitar toda «resignación» ante las dificultades en
este camino |
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 14 noviembre 2004 (ZENIT.org).-
Asegurando que la unidad ecuménica es una de las «prioridades» de su
pontificado, Juan Pablo II ha hecho un llamamiento a evitar toda «resignación»
ante las dificultades que experimenta el camino hacia la comunión plena entre
los cristianos.
Las palabras del Papa resonaron en los imponentes muros de la Basílica de San
Pedro del Vaticano en la tarde de este sábado, durante la celebración de las
Vísperas con motivo del cuadragésimo aniversario de la promulgación del decreto
«Unitatis Redintegratio» del Concilio Vaticano II.
«La aplicación de este decreto conciliar, querido por mi predecesor, el beato
Juan XXIII y promulgado por el Papa Pablo VI, ha sido, desde el inicio, una de
las prioridades de mi pontificado», aseguró el Santo Padre que en octubre
cumplió 26 años de pontificado.
El arzobispo argentino Leonardo Sandri, sustituto de la Secretaría de Estado del
Vaticano, asistió al pontífice en la lectura de algunos de los pasajes del largo
discurso que había preparado en italiano con esta ocasión.
Las Vísperas se convirtieron en el acto de clausura del congreso internacional
«El decreto sobre el ecumenismo del Concilio Vaticano II, cuarenta años
después», celebrado del 11 al 13 de noviembre en Rocca di Papa (localidad
cercana a Roma) para hacer un balance sobre las cuatro décadas de diálogo entre
los cristianos.
El encuentro, convocado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad
de los Cristianos, cuyo presidente es el cardenal alemán Walter Kasper, congregó
a 260 participantes, obispos católicos de todo el mundo, 27 delegados de otras
Iglesias y comunidades cristianas, así como a representantes de la Curia romana
y profesores de las universidades pontificias de Roma.
«La unidad ecuménica no es una atribución secundaria de la comunidad de los
discípulos y la actividad ecuménica no es sólo un apéndice que se añade a la
actividad tradicional de la Iglesia», advirtió Juan Pablo II.
La promoción de la unidad entre los cristianos «responde a la voluntad de
nuestro Señor Jesucristo, quien quiso una sola Iglesia y rezó al Padre, en la
víspera de su muerte, para que todos sean uno», indicó.
«Gracias a Dios, se han superado muchas diferencias e incomprensiones, pero
muchas piedras de tropiezo quedan todavía en el largo camino», reconoció el
pontífice en la homilía.
«A veces quedan no sólo incomprensiones y prejuicios, sino incluso síntomas
deplorables de pereza y de falta de apertura de corazón, y sobre todo
diferencias en materia de fe, que se concentran sobre todo en torno al tema de
la Iglesia, su naturaleza, sus ministerios», indicó.
«Por desgracia, nos encontramos también ante problemas nuevos, especialmente en
el campo ético, donde surgen ulteriores divisiones, que impiden un testimonio
común», señaló
«Todo esto no debe inducir a la resignación, por el contrario, debe ser motivo
de aliento para continuar y perseverar en la oración y en el compromiso por la
unidad».
«Más que lamentarnos por lo que todavía no es posible, tenemos que dar gracias y
alegrarnos por lo que ya existe y es posible», propuso.
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